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¿Cómo elegir el clorador salino más adecuado?

Elegir un clorador salino adecuado es una decisión bastante importante para la perfecta conservación y disfrute del agua de una piscina. En los últimos años, hemos observado una creciente demanda y popularidad de estos sistemas de desinfección, y no nos sorprende en absoluto. La cloración salina ofrece numerosos beneficios en términos de comodidad, calidad del agua y experiencia de baño. Si estás considerando dar el paso, en poco tiempo notarás cómo mejora la calidad del agua y se simplifica el mantenimiento.

Desde Anphibius queremos ayudarte a elegir un clorador salino con conocimiento de causa, entendiendo cómo funciona y qué factores debes considerar para acertar con tu elección.

¿Cómo funciona exactamente un clorador salino?

Sabemos que un clorador salino, al igual que el cloro tradicional (líquido, pastillas), desinfecta el agua eliminando bacterias, algas y otros microorganismos. También sabemos que, a diferencia del cloro químico añadido, el agua tratada con cloración salina adquiere una ligera salinidad (muy inferior a la del mar, normalmente imperceptible al gusto para la mayoría). ¿Pero cómo se produce esa desinfección a partir de la sal?

Creemos que para elegir bien un clorador salino, es importante entender su principio de funcionamiento: la electrólisis salina. Aunque el término pueda sonar complejo, el proceso es relativamente sencillo y se basa en la química fundamental.

El proceso de electrólisis salina paso a paso

  1. Disolución de sal: Primero, se disuelve sal común (cloruro sódico, NaCl) directamente en el agua de la piscina hasta alcanzar una concentración específica, generalmente entre 3 y 6 gramos por litro (o 3000-6000 partes por millón, ppm). Este nivel es aproximadamente 7-10 veces menos salado que el agua de mar, similar a la salinidad de una lágrima humana. (Nota: La indicación original de 35 g/L era incorrecta; ese nivel es cercano al agua de mar y dañaría los equipos).
  2. Paso por la célula electrolítica: El agua salada de la piscina circula, impulsada por la bomba de filtración, a través de la célula de electrólisis del clorador salino. Esta célula contiene una serie de placas metálicas (electrodos, normalmente de titanio recubierto de un metal precioso como rutenio o iridio) por las que pasa una corriente eléctrica de bajo voltaje.
  3. Reacción química: La corriente eléctrica provoca una reacción de electrólisis que rompe la molécula de sal (NaCl) disuelta en el agua (H₂O). En el ánodo se produce cloro gas (Cl₂), que al disolverse inmediatamente en el agua forma ácido hipocloroso (HClO). El ácido hipocloroso es el verdadero agente desinfectante, el mismo que se forma cuando añadimos cloro tradicional. En el cátodo se produce hidrógeno gas (H₂) y hidróxido sódico (NaOH).
  4. Desinfección: El ácido hipocloroso generado “in situ” actúa eliminando bacterias, virus, algas y oxidando la materia orgánica presente en el agua, manteniéndola limpia y desinfectada.
  5. Recombinación (ciclo cerrado): Una vez que el ácido hipocloroso ha actuado y se ha descompuesto por la acción del sol (rayos UV) o al oxidar contaminantes, el cloro vuelve a combinarse con el sodio presente en el agua para formar nuevamente sal (NaCl). Esto crea un ciclo cerrado donde la sal no se consume (salvo por pérdidas de agua por lavado de filtro, salpicaduras o evaporación), simplemente se transforma y se regenera continuamente mientras el clorador esté funcionando.

El clorador salino repetirá este ciclo de forma controlada para mantener un nivel adecuado de cloro libre en la piscina. Solo será necesario añadir sal ocasionalmente para compensar las pérdidas de agua mencionadas.

¿Qué factores clave considerar al elegir un clorador salino?

¡Siguiente paso! Cada vez estás más cerca de elegir el clorador salino perfecto para ti. Ahora que comprendes mejor cómo funciona, vamos a proporcionarte una serie de pautas y criterios fundamentales para que no te equivoques en tu decisión. Considerar estos puntos te ayudará a seleccionar un equipo adecuado a tus necesidades reales.

  1. Volumen de la piscina (en metros cúbicos, m³): Este es el factor más importante. Necesitas saber cuántos metros cúbicos de agua tiene tu piscina (Largo x Ancho x Profundidad media). Cada clorador está diseñado para tratar un volumen máximo.
  2. Producción de cloro (gramos por hora, g/h): Es la especificación clave del clorador. Indica cuánto cloro es capaz de generar por hora de funcionamiento. La producción necesaria depende de:
    • Volumen de la piscina: A mayor volumen, mayor producción necesaria.
    • Clima: En climas cálidos y soleados (como gran parte de España), la demanda de cloro es mayor debido a la temperatura del agua y la degradación por UV.
    • Uso y número de bañistas: Cuanto más se use la piscina, más cloro se consumirá.
    • Exposición al sol y presencia de cubierta: Una piscina muy expuesta al sol necesitará más cloro. Una cubierta ayuda a conservarlo.

    Regla general (orientativa): Se suele recomendar calcular entre 1.5 y 2.5 g/h por cada 10 m³ de agua. Por ejemplo, para una piscina de 50 m³, necesitarías un clorador que produzca entre 7.5 g/h (5 x 1.5) y 12.5 g/h (5 x 2.5). Es muy recomendable elegir un modelo que esté un poco por encima de tus necesidades calculadas (sobredimensionar ligeramente). Esto permite que el equipo trabaje menos horas al día, alargando su vida útil, y te da margen para situaciones de alta demanda (olas de calor, muchos bañistas) usando el modo “boost” o supercloración.

  3. Autolimpieza de la célula (polaridad inversa): ¡Altamente recomendable! Esta función invierte periódicamente la polaridad eléctrica de las placas de la célula. Esto ayuda a desprender las incrustaciones de cal que tienden a formarse, especialmente en zonas con agua dura (frecuente en España). Un clorador autolimpiante reduce drásticamente la necesidad de limpiezas manuales de la célula y prolonga su vida útil.
  4. Vida útil de la célula (horas de funcionamiento): Las células electrolíticas tienen una vida útil limitada, expresada en horas de funcionamiento (típicamente entre 5.000 y 15.000 horas, dependiendo de la calidad y la marca). Una mayor vida útil implica un reemplazo menos frecuente (y un ahorro a largo plazo, ya que la célula es el componente más caro).
  5. Controladores integrados (pH y/o Redox/ORP):
    • Controlador de pH: La electrólisis salina tiende a subir ligeramente el pH del agua. Mantener el pH en su rango ideal (7.2-7.6) es crucial para que el cloro sea efectivo y el agua sea confortable. Un controlador de pH mide el nivel y dosifica automáticamente un ácido reductor (minorador de pH) cuando es necesario. Aporta una gran comodidad y asegura la eficacia del cloro.
    • Controlador de Redox/ORP: El ORP (Potencial de Óxido-Reducción) mide la capacidad desinfectante del agua en tiempo real. Un controlador de ORP ajusta automáticamente la producción de cloro del clorador para mantener el nivel de desinfección deseado, optimizando la producción y evitando excesos o defectos de cloro. Los equipos con control de ORP (a menudo combinado con pH) ofrecen la máxima automatización y precisión en el tratamiento.
  6. Funciones adicionales del panel de control: Revisa qué información y controles ofrece: ajuste del porcentaje de producción, modo “boost” o supercloración (para momentos de alta demanda), alarmas (bajo nivel de sal, falta de flujo de agua, fin de vida de la célula), lectura de temperatura, etc.
  7. Garantía y servicio postventa: Verifica la garantía ofrecida por el fabricante (suele ser diferente para la célula y para el cuadro de control). Asegúrate de que existan distribuidores o servicio técnico en tu zona y que los recambios (especialmente la célula) sean fáciles de conseguir. ¡No te olvides de la garantía! Un buen respaldo te dará tranquilidad.
  8. Marca y fiabilidad: Optar por marcas reconocidas y con buena reputación en el sector suele ser una garantía de calidad, durabilidad y disponibilidad de repuestos.
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Ventajas claras de optar por la cloración salina

Si estás pensando en qué clorador salino elegir, seguro que también querrás tener claros los beneficios que te aportará este sistema frente al uso tradicional de cloro químico. La cloración salina se ha convertido en un fuerte rival del cloro convencional, principalmente porque ofrece una experiencia de baño más agradable y un mantenimiento más automatizado.

Mayor confort y beneficios para la salud

  • Agua más suave y agradable: La ligera salinidad (similar a una lágrima) hace que el agua se sienta más suave en la piel y sea menos agresiva.
  • Menos irritaciones: Se reduce significativamente la irritación de ojos, piel y mucosas, así como la sequedad capilar, problemas comunes con el cloro tradicional.
  • Sin olor a cloraminas: El desagradable “olor a cloro” de las piscinas no es por el cloro en sí, sino por las cloraminas (compuestos formados por la reacción del cloro con sudor, orina, etc.). La cloración salina, al generar cloro continuamente, tiende a destruir mejor estas cloraminas, resultando en un ambiente más agradable.
  • Sin manipulación de productos químicos peligrosos: Te olvidas de comprar, transportar, almacenar y manipular cloro líquido o en pastillas, productos que pueden ser corrosivos e irritantes.

Una opción más respetuosa con el medio ambiente

  • Menor impacto químico: Aunque usa cloro, lo genera in situ a partir de sal, un recurso natural. Se reduce la necesidad de fabricar, envasar y transportar cloro químico manufacturado.
  • Menos residuos: Se eliminan los envases plásticos del cloro tradicional.
  • Ciclo sostenible: La sal se regenera en gran medida, minimizando el consumo a largo plazo.
  • Consideración: Es importante ser consciente de la normativa local sobre vertido de agua salada (regeneración de filtros) en algunas zonas.
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Comodidad y automatización del mantenimiento

  • Producción continua y automática: El clorador genera cloro según lo programado mientras la filtración está activa, manteniendo niveles más estables con menos intervención manual.
  • Menos preocupaciones diarias: Reduce la necesidad de medir y añadir cloro manualmente cada día o cada pocos días.
  • Autolimpieza: Los modelos con polaridad inversa limpian la célula automáticamente, reduciendo el mantenimiento.
  • Integración con domótica: Muchos modelos pueden integrarse con sistemas de control de pH/ORP y otros sistemas domóticos para una gestión totalmente automatizada de la calidad del agua.

Análisis del coste a largo plazo

  • Inversión inicial mayor: El coste de compra e instalación de un clorador salino es superior al de los sistemas de dosificación manual de cloro.
  • Costes operativos menores: La sal es significativamente más barata que el cloro químico. A largo plazo, el ahorro en productos químicos puede compensar la inversión inicial.
  • Coste de electricidad: El clorador consume electricidad, pero suele ser un consumo bajo. El mayor impacto viene del tiempo de funcionamiento de la bomba de filtración (que también es necesario para la dosificación manual).
  • Reemplazo de la célula: Es el principal coste de mantenimiento a largo plazo, a considerar cada varios años (según vida útil y uso).

Tabla comparativa: cloración salina vs. cloro tradicional

Aspecto Cloración Salina Cloro Tradicional (Líquido/Pastillas)
Confort de baño Alto (agua suave, menos irritación, sin olor a cloramina) Medio/Bajo (posible irritación, olor a cloramina)
Salud Menos agresivo para piel, ojos, vías respiratorias Puede causar irritaciones, alergias
Conveniencia Alta (producción automática, menos manipulación) Baja (requiere dosificación manual frecuente)
Mantenimiento Control sal, pH, limpieza célula (ocasional) Control cloro y pH (frecuente), manipulación químicos
Coste Inicial Alto Bajo
Coste Operativo Bajo (sal barata, electricidad) Medio (coste cloro químico)
Impacto Ambiental Menor (menos químicos fabricados/transportados) Mayor (fabricación, transporte, envases)
Estabilidad del Cloro Generalmente más estable (si está bien dimensionado) Fluctuaciones más probables

Instalación y mantenimiento de un clorador salino

Instalación típica

La instalación debe realizarla preferiblemente un profesional cualificado. Generalmente implica:

  1. Instalar la célula electrolítica: Se intercala en la tubería de retorno de agua a la piscina, siempre *después* del filtro y de cualquier sistema de calefacción.
  2. Instalar el cuadro de control: Se fija en la pared del local técnico, cerca de la célula y del cuadro eléctrico de la piscina.
  3. Conexiones eléctricas: Conectar el cuadro de control a la alimentación eléctrica (a menudo sincronizado con la bomba de filtración) y conectar la célula al cuadro de control.
  4. Añadir sal: Disolver la cantidad inicial de sal necesaria directamente en la piscina.
  5. Puesta en marcha y configuración: Ajustar los parámetros iniciales (producción, horas de funcionamiento, etc.).
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Mantenimiento esencial

  • Controlar el nivel de sal: Periódicamente (p. ej., mensualmente) con tiras reactivas o un medidor digital. Añadir sal si es necesario.
  • Controlar el equilibrio del agua: ¡Fundamental! Vigilar y ajustar regularmente el pH (ideal 7.2-7.6), la alcalinidad total (80-120 ppm) y la dureza cálcica (200-400 ppm). Un pH incorrecto reduce drásticamente la eficacia del cloro.
  • Controlar el nivel de estabilizante (ácido cianúrico): En piscinas exteriores, es necesario mantener un nivel adecuado (30-50 ppm) para proteger el cloro de la degradación por los rayos UV del sol. Demasiado estabilizante, sin embargo, puede “bloquear” el cloro.
  • Inspección y limpieza de la célula: Aunque sea autolimpiante, inspeccionar visualmente la célula cada pocos meses para detectar acumulaciones de cal o residuos. Si es necesario, realizar una limpieza manual sumergiéndola en una solución de agua y ácido suave (siguiendo las instrucciones del fabricante).
  • Revisión general: Comprobar conexiones y funcionamiento general del equipo anualmente.

Vale, ¿y qué tipo de clorador salino me conviene más?

En lugar de recomendar modelos específicos que pueden quedar obsoletos o no estar disponibles, es más útil pensar en categorías de cloradores según sus prestaciones, teniendo en cuenta los factores que hemos enumerado:

  • Cloradores básicos: Producen cloro y permiten ajustar el nivel de producción. Suelen requerir limpieza manual de la célula. Son la opción más económica, ideal para piscinas pequeñas y presupuestos ajustados.
  • Cloradores autolimpiantes: Incluyen la función de inversión de polaridad. Muy recomendables por la comodidad y durabilidad de la célula, especialmente en aguas duras. El estándar actual en la mayoría de gamas medias y altas.
  • Cloradores con control de Redox/ORP: Ajustan automáticamente la producción de cloro según la demanda real de desinfección medida por la sonda ORP. Ofrecen mayor precisión y optimización.
  • Cloradores con control de pH: Incluyen una sonda de pH y una bomba dosificadora para mantener el pH automáticamente en el nivel ideal. Aportan una enorme comodidad y aseguran la máxima eficacia del cloro.
  • Sistemas integrados (pH y ORP/Cloro): La solución más completa y automatizada. Controlan tanto el pH como la producción de cloro (basada en ORP o a veces con medición directa de cloro libre) para una gestión integral y sin preocupaciones de la calidad del agua.
  • Modelos conectados/IoT: Permiten monitorizar y controlar el clorador y otros parámetros de la piscina a través de una aplicación móvil.

La elección entre estas categorías dependerá de tu presupuesto, el nivel de automatización que desees y las características específicas de tu piscina.

¿Dudas? Estamos para ayudarte

Esperamos que esta guía detallada te haya aclarado muchas dudas y te sirva para tomar una decisión informada. Elegir el clorador salino adecuado es una inversión en confort, salud y tranquilidad para disfrutar al máximo de tu piscina.

¿Aún tienes dudas? ¿No estás seguro de qué producción necesitas o qué modelo se adapta mejor? En Anphibius nos encargamos de que todas tus preguntas tengan respuesta.

No dudes más y ponte en contacto con nosotros. Nuestro equipo de especialistas estará encantado de asesorarte personalmente.

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